Aderezos que engordan y vacas flacas que sufren de omnipotencia. La Mayonesa Griega no es un condimento que acompañe cualquier momento. Nació para robarle tiempo al tiempo de otros, y hoy es sólo un espacio para jugar a qué se algo.

jueves, noviembre 10, 2005

Huérfana me dejarás


Pericles, mi perro (uf… ya se… mucho nombre griego, no es mi culpa, demasiado círculo cercano con gente de Puán puede traer estas deformaciones en el habla cotidiana) juega con su pata trasera a mordérsela, frenéticamente. Lo miro un rato, es así, lo hace todos los días en algún momento preciso en que estamos todos. Es su chou especial. Lo miro y vuelvo a sentirme una basura.

Ayer salimos a pasear. En realidad es un eufemismo para decir que salí en pantuflas a que mi perro meara en un lugar mucho más lejos que el living de mi casa o mi sillón. Estábamos en la nuestra cuando empiezo a notar que Pericles mueve enloquecidamente la cola y salta sobre sus patas traseras. Gesto usual ante un conocido, ante mi hermana o mi novio. El muy infiel le saltaba a otra, a una extraña, a una señora ensimismada con su celular.

Ahí lo descubrí todo. Se me nubló la vista. Me vi envuelta en la difícil tarea de tomar una decisión urgente.

Y si esa mujer (por suerte aún distraída en su charla) era la dueña ignota de mi perro, regalado éste por los chicos del video club, ellos también dueños de otras hembras, que escasos de alojamiento para otro can optaron por donarlo a la familia más caritativa?

Era acaso esa mujer… la maldita desalmada que había abandonado a quien luego sería mi perro querido (claro, como acusarla entonces si aún no le había hecho ningún daño a Mi perro, sino al de ella)?
Y si esa mujer tenía un marido autoritario… que obligado por la locura o la bronca, en un noche sin luna, tomó la decisión de arruinarle la vida y arrancó a ¿Colita? de su ama?
Y si ella, entonces, a partir de ese momento lo estuvo buscando siempre?
Si mi perro pudiera elegir, me elegiría?

Mientras me debatía entre estas difíciles cuestiones, apreté a Pericles con la correa y me lo llevé a casa. Una vez arriba, doble ración de porotos.

Dura la vida de quien es abandonado… pero aún peor la de quien luego se encariña.

3 comentarios:

Lucía Sociológica dijo...

Ay... me endulzaste la mañana... que divino!
Que lindo hubiera sido haberlo podido seguir en su recorrido de regreso... ponerle una camarita chiquita en la nariz y esas cosas.

yukio dijo...

pericles te histeriqueba...
lindo blop!

yukio dijo...

pericles te histeriqueba...
lindo blop!

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Análista Free-lance de Investigación Social y de Mercado